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a familias de espiritualidad ignaciana
para la reflexión en torno a las fronteras 
de la familia y con las familias de las fronteras.



I Coloquio: Familia, trabajo y fiesta

El primer coloquio versó sobre las políticas familiares, la educación de los hijos, las dificultades de las familias inmigrantes…y mucho más. Bajo el título “Familia, Trabajo y Fiesta” contó con tres estupendas ponentes:

-Virginia Cagigal: profesora de Psicología de la U. Pontificia Comillas, gran activo de la pastoral ignaciana de familia, terapeuta y miembro del grupo María.

-Teresa López: profesora de la Universidad Complutense de Madrid que fue decana de la Facultad de Cc. Económicas y Empresariales, dirige la Cátedra de Políticas de Familia y vicepresidente a la la fundación Acción Familiar

-María Alexandra Vásquez, abogada venezolana que trabaja en el centro de atención a inmigrantes Pueblos Unidos y miembro de CVX (de Venezuela, y ahora de CVX Madrid).

Maria Teresa destacó como opciones fundamentales de su vida la familia y el vivir la fe en su comunidad (Com. Matrimonios Nazaret): “El valor de la fe y la familia en mi vida comparten muchas cosas. Es muy privado pero si no lo hacemos público se tambalea, de ahí mi compromiso público”. Afirmó que “No hay políticas de familia en nuestro país” y lamentó el que hoy “las decisiones de las familias están condicionadas permanentemente por el modelo económico que se ha implantado en ellas. Hemos convertido a las personas en elementos de consumo”. Para ella, “los cristianos debiéramos ser diferentes, porque tenemos la libertad que nos da la Palabra de Dios”. Y lo más importante para mejorar sería “un cambio cultural que sitúe a la familia en las decisiones públicas (…) medidas que dejen a la familia ser familia y vivir”.

Respecto a la conciliación de la vida familiar y laboral, dudó que hubiéramos avanzado: “¿Hemos avanzado en conciliación o hemos hecho una política de mercado del trabajo? Porque conciliar es hacer compatible el trabajo remunerado y la familia”. Hizo una defensa del valor del trabajo “que es independiente del éxito profesional. Es un servicio. Todos los servicios son trabajo” y ensalzó el trabajo no remunerado que se realiza en casa. Frente a esta valoración consideró que “nuestras políticas de conciliación tienden a convencernos de que el valor es el salario”. Para ella, personalmente, “El trabajo que más me cuesta y más me gratifica y que menos me pagan es el que realizo con mi marido y con mis hijos”

Con respecto a la educación de los hijos y cómo mejorarla dijo que lo primero que debíamos hacer era orar, ponernos en manos de Dios y lo segundo darles mucha formación pero no académica sino formación integral de la persona: “Educar a nuestros hijos exige esfuerzo, trabajo y estar convencido de que lo quieres para su futuro: personas íntegras y que integren la palabra de Dios en el día a día. Si fuéramos capaces de darles a conocer la espiritualidad ignaciana a nuestros hijos… ésta no desengancha”. Por último pidió “un mayor desarrollo de la Pastoral Familiar. Hay pastoral con padres, con hijos, pero no pastoral para crecer juntos en la fe”.

Virginia Cagigal explicó al auditorio en qué consistía el Grupo María y su principal objetivo “hacer una reflexión desde la maternidad en la Iglesia, responder a esa pregunta de cómo en esta complicada etapa de la crianza, ¿cómo sigo vinculada a la Iglesia?”. Preguntada sobre cómo transmitir a nuestros hijos metas altas, pidió que creyéramos en cada uno de nuestros hijos: “El centro es creer en cada uno de nuestros hijos. Es fácil con el brillante, con el fácil. Pero hay que unir la meta y la debilidad. Creer en cada hijo y hacérselo saber. Que sepan que sus padres confían en ellos. No sólo son las notas o el comportamiento, cada hijo tiene ese matiz, esa dimensión por descubrir, si él siente que se cree en él convertirá su fragilidad en una fortaleza. Esto requiere mucho tiempo.”

Sobre ¿Qué es lo que más nos falta para crecer en el amor?, Virginia pidió que las parejas con problemas crean que pueden solucionarlos. “Pensemos que las parejas con heridas pueden tener solución, a veces hay que buscar un acompañamiento externo. Hoy la sociedad trivializa la ruptura matrimonio, cuando el dolor es muy grande. Pero hay situaciones que con capacidad de perdón, dando tiempo al otro porque se necesita tiempo para reparar…aunque haya heridas que son un desgaste…merece mucho la pena pensar que no está todo perdido”. Comentó con agrado que el Papa en Milán dedicara un espacio explícito a la realidad de los separados y que instara a las diócesis a que acojan esta realidad y destacó también el tema de que tanto en las personas separadas, como en los inmigrantes la conciliación y los cuidados son mucho más complicados aún.

Por su parte María Alexandra Vásquez comenzó lamentando que en su país, “En Venezuela el tema político desde hace diez años fractura y separa y no hemos podido tener familias ignacianas que se constituyan en torno a CVX (…) España nos enseña la capacidad de juntarnos desde un nucleo fundamental como es la fe. Podemos ser modelo para Latinoamérica”. Después narró, desde su experiencia laboral, cómo la crisis está afectando a las familias inmigrantes: “Pueblos Unidos es un reflejo de la crisis, que la vivimos cada día; nuestras capacidades están rebasadas, frente a la situación. El desempleo genera a las familias fracturas, cambios de roles no asumidos … también el tema del frenado que ha supuesto para la reagrupación y la eterna duda de volver o quedarse. También vivimos el ruego diario de ofertas de trabajos de mujeres cuyos esposos se han vuelto con la mitad de sus hijos y la mujer inmigrante vuelve a estar sola. Destacaría la fortaleza de la mujer inmigrante”. Por otro lado criticó que “Las políticas públicas están desviando sus responsabilidad a entidades privadas que no tenemos capacidad. Es por tanto el momento de una fraternidad reforzada”. Por eso pidió a los presentes “Estar más abiertos a las familias con dificultades, que palabras como integración se traduzcan en un interés por la persona que lleva a mi hijo al cole, que nos permite a nosotros salir a trabajar. Hay una relación laboral y hay pensar en la mujer trabajadora. Necesitamos brindarle mucha formación y oportunidades para seguir avanzando en sus relaciones laborales”

“Todos podemos –continúo- poner nuestro granito desde lo que somos, poner nuestros saberes. Y nuestras capacidades para generar y dar empleo; equilibrar los intereses y respetar las condiciones mínimas”, sobre todo en el caso del servicio doméstico. Asimismo consideró que “Desde la Red Ignaciana y el Grupo María se podría hacer más incidencia pública, generar discursos que den acogida porque hay muchas personas no inmigrantes que se van a sentir excluidos enseguida”.